Bienvenidos
Este espacio virtual ha sido creado para ustedes, mis estudiantes del IPEM nº 88 de Capilla del Monte y su objetivo es ampliar las posibilidades de aprender más allá del aula. Los materiales que se publiquen se sumarán a lo visto en la escuela y a los trabajos que ustedes mismos producirán en las clases de Lengua y Literatura. También encontrarán enlaces que pueden ser útiles e interesantes.
sábado, 31 de mayo de 2014
lunes, 5 de mayo de 2014
Estudiantes de 3º A tt 2014 que participaron de una clase en "clave de TIC"
Producciones textuales colaborativas logradas a partir de la visualización del corto
El vudú de Sebastián
versión de Peccoud, Ortiz, De Villegas, Tabares Nass
A
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principios del siglo pasado existía un brujo
africano que vivía en una descuidada choza. Muchos decían que en aquel lugar se
realizaban extraños rituales oscuros. Se comentaba que las almas de los
fallecidos que no lograban pasar al otro mundo quedaban impregnadas en pequeños
muñecos hechos de tela, a los que llamaban “muñecos vudú”
Un
penoso y débil sol de noche alumbraban la cabaña más desolada y tétrica de la
tribu. Despertando al pequeño muñeco de tela, haciéndolo reaccionar
desesperadamente volteando la cabeza de un lado a otro.
-¿Donde
me encuentro?- Se preguntaba así mismo en su mente, totalmente confundido miro
hacia su izquierda, los hilos que se posaban donde supuestamente se encontraban
sus ojos se extendieron de una manera totalmente estupefacta al ver la horrenda
escena de sus compañeros siendo torturados y luego asesinados de una manera
lenta y dolorosa por un extraño ser de manos delicadas pero mortales con las
cuales causaba la muerte a las pequeñas criaturas de tela.
Sebastian
podía ver como aquel monstruo asesinaba a sus compañeros, clavando uno a uno
los filosos alfileres en distintas partes del cuerpo de los pequeños, hasta que
finalmente terminaba su ritual incrustándole una aguja en el centro del pecho,
acabando con la vida de ellos y desechandolos hacia un costado.
Mientras
veía los abundantes cadáveres que se encontraban debajo de el, una criatura de
parecido propio llamo su atención, haciéndole señas con sus “manos”.
Al
mirar hacia abajo, noto un mortero que estaba a su alcance, confundido volvió
la mirada a su vecino el cual apunto hacia abajo.
Esta
vez Sebastian habia comprendido a que se refería. Con su pie derecho movió la
roca que conformaba el mortero, y totalmente nervioso callo hacia el suelo. Sin
dudarlo se levanto y acto seguido la puerta se abrió alumbrando la habitación
de crímenes. Desesperado el pequeño muñeco de tela corrió lo más rápido que
pudo detrás del mortero, esperando que
el asesino no haya visto su huida.
Con
una respiración agitada observo hacia su izquierda y contemplo el vil acto ante
sus ojos; La bestia de manos delicadas tomo al compañero que le había guiado
hacia la libertad, con una aguja en la mano penetro el alfiler en el brazo
derecho, provocándole dolor agudo.
Sebastian
pensó que la vida de su nuevo amigo peligraba, tomo coraje y clavo un alfiler
en su muñeca focalizado en que el daño lo recibiría el ser de piel oscura
poseedor de ojos rojos.
Este
sintió una pequeña molestia en su mano derecha movilizando sus dedos
deshaciéndose del dolor. Sin darle mucha importancia prosiguió con la tortura y
tomo el segundo alfiler.
El
pequeño noto que su acto no había dado resultado. Inhalo una bocanada de aire y
por segunda vez clavo otra aguja en su brazo, esta vez sin dudarlo mucho.
El
hombre sintió el mismo dolor insoportable que antes, el ardor agudo y ardiente
corría por su muñeca hasta su moreno brazo delgado. Ya comenzaba a molestarle,
pero aun así no detendría su matanza que tanto amaba.
El
muñeco por tercera vez volvió a intentar su acto de valentía y coraje, esta vez
clavando una fina y filosa aguja en su pequeña pierna derecha.
Otra
vez el malvado ser de piel oscura sintió un intolerante dolor, pero esta vez en
su delgada pierna, apoyándose sobre la mesada y agarrando la repisa para no
perder el equilibrio. Pero de todas formas, este prosiguió, como si nada malo
le hubiera sucedido.
Sebastian
ya comenzaba a sentirse nervioso ¿¡Porque la bestia no se detenía!? ¿Qué debía
de hacer para que todo acabase? ¿Hay alguna forma de que todo termine de una
vez? Sebastian tenía dos opciones: Escaparse y dirigirse a la libertad, donde
nadie lo vuelva a torturar pero deberá vivir con la soledad como última
compañía por toda la eternidad, o sacrificarse por sus queridos compañeros de
tela.
Los
nervios, la angustia y la desesperación empezaron a apoderarse de su ser,
Sebastian observaba la pobre pequeña criatura a punto de ser asesinada en las
manos del alto y delgado monstruo de piel morena y manos delicadas. Esta vez no
habría otra opción. A pesar de no tener pulmones, su respiración agitada se
notaba debido al movimiento de su estomago, las gruesas y descuidadas telas con
las que estaba hecho se expandían cada vez que su jadeo exhalaba. El pequeño
muñeco creado con pedazos de bolsas de papas no tenía otra opción. Miro la
pierna herida donde se había incrustado un alfiler oxidado. No habría llegado
tan lejos, clavándose las extremidades para nada. Sebastian tomo coraje. Todos
sus sentimientos negativos, miedos, nervios y ansiedades, se habían
transformado en una gran valentía. Quito la aguja que se encontraba en su
extremidad y apunto a su corazón. El tiempo se detuvo para el pequeño, cada vez
que el hombre acercaba el filoso alfiler que reflejaba la mismísima muerte para
el muñeco de tela, Sebastian imitaba hasta los mas mínimos movimientos, todos
sus recuerdos de esa vida y la pasada rondaron por el interior de su cabeza. Su
respiración normal volvió y mantuvo la
calma. La cruz que poseía un fuerte y oscuro rojo carmesí que se encontraba
atada en su corazón fue incrustada debido a la fuerte presión de la puntiaguda
y filosa aguja de acero oxidado. Cuando Sebastian dejo de respirar, el hombre
de piel oscura apretó con fuerza su pecho. Su corazón no palpitaba, sus
luminosos ojos rojos se tornaron de un color blanco y una forzosa respiración
de su cuerpo fue exhalada como la ultima de su vida. Desesperado cayo del
suelo, como una voluntad de seguir de pie se aferro de la repisa en donde se
encontraban colgadas las criaturas Vudú. Lamentablemente para él su acción fue
en vano, creando todo lo contrario a lo que él no quería hacer. La descuidada
repisa echa de madera húmeda y cubierta de termitas fue tirada por la fuerza del brazo del ser de
manos delicadas, haciendo soltar a todas la criaturas hacia la mesa.
Al
ser liberados comenzaron a caminar hacia el héroe que los había rescatado,
algunos dirigiéndose a él y otros ayudando a sus compañeros que todavía seguían
colgados. Las cortas y redondas piernas de los pequeños eran lentas para
caminar, pero hacían todo lo posible para llegar a él. Al ver la angustiante
escena quedaron totalmente impactados. El joven Vudú se encontraba sin vida,
arrodillando sus cortas piernas en el suelo, cubierto de los oxidados alfileres
causantes de su lenta y dolorosa muerte.
Su
vida había acabado, la pobre y humilde alma de la criatura ya estaba liberada.
Ya no habrían más tristezas y temores a las que debería enfrentarse, ya no
debería ver más muertes en directo. Sebastian había muerto, sacrificando su
vida por todos los sufridos Vudú de la cabaña.
El vudú de Sebastián
versión de Tagliapietra, Rodríguez Aramayo
Hace mucho tiempo en el año 1978, en un sótano
de una casa, había un hombre que
utilizaba a muñecos que el mismo diseñaba, para hacerles daño a otras personas
que se reían de él por ser como es.
En el
sótano se notaba que habitualmente se utilizaba solo para los hechos, estaba
todo oscuro solo había una luz que alumbraba la mesada, había ganchos colgados
de la pared donde se encontraban los muñecos y todas las herramientas que
utilizaba el hombre.
Un
día el hombre después de ser discriminado por ser como es, bajo a su sótano
para poder vengarse de esas personas y
sacrifico uno de los muñecos.
En el momento uno de ellos acudió al compañero
que estaba al lado para que pudiera finalmente bajarse y poder ayudarlos.
El muñeco
pudo bajar utilizando un mortero como soporte para poder descolgarse del
gancho, al saltar el corre a ocultarse. El hombre al terminar con el muñeco
anterior tomo a otros de ellos y al intentar
sacrificarlo el muñeco que había logrado escapar pensó, que él podía
hacer lo que el hombre hacia con ellos.
Al ver que
el hombre empezó a dañar a su amigo
Se apresuro inmediatamente a buscar un alfiler
para acabar con el hombre
Al clavarse el primer alfiler nota que
funciono, al seguir con el otro alfiler
se lo clavo en el brazo, al ver que al hombre seguía intentando matar a
su compañero busco otro alfiler y se lo clavo en la rodilla, mientras el hombre
seguía insistiendo con terminar de matar
al muñeco.
Al ver que su compañero no resistía mas estar
en esa situación, decidió que ya era
hora de terminar con todo este mal momento. Por un segundo se sintió
importante al ver que el podría salvar la vida de todos sus amigos al sacrificarse.
Luego de plantear todos sus pensamientos
y lo que pudo llegar a pasar se saco el
alfiler que se había clavado anteriormente del brazo y se lo clavo en el
corazón así en la masada rendido se arrodillo y murió.
Como decía el hombre también se balanceo y por
querer apoyarse a la madera donde se encontraban los ganchos que
sujetaban a los muñecos, los descolgó y callo plasmado al suelo.
Luego de ayudarse uno al otro para poder
salir, fueron a ver a su amigo que dio la vida por todos ellos. Al ver a su
amigo allí, solo lo que recordaran será la enseñanza que él les dejo: que ante
todo la amistad es primero, por más allá de todas las diferencias y discusiones
que tengan siempre va a estar esa persona tan especial que no es un hermano ni
un familiar, solo es esa que siempre va a pasar los mejores momentos de tu
vida y peores para sacarte una sonrisa.
El vudú de Sebastián
versión de Tagliapietra, Rodríguez Aramayo
M
|
e llamo Mindy, soy una muñeca vodoo y esta es la historia de cómo logramos ser
libres yo y mis amigos:
Me despierte en un lugar muy oscuro y sombrío.
Estoy colgada en una especie de gancho
junto a otros como yo, no sé qué hacer,
observo mí alrededor en busca de algo con lo que descolgarme pero solo veo un
cráneo de cocodrilo medio metro hacia la
izquierda y a la derecha un moreteo al
que no alcanzo.
Debajo
de mí hay una mesa con agujas e instrumentos de tortura. En el
suelo hay cadáveres de los míos con
alfileres clavados en el cuerpo.
Un
hombre entro de repente en el cuarto .llevaba las uñas pintadas, al igual que
el torso, tenía una cara espantosa y una
expresión horrible y traumática, no me quería
ni imaginar lo que pensaba hacer
con nosotros. Agarro a un muñeco que estaba colgado al lado mío y con increíble
delicadeza clavo los alfileres de forma sádica en el muñeco, luego con cara de
satisfacción abandono la habitación.
Me pase toda la noche pensando que podría ocurrir al día siguiente, tenía
demasiado miedo, no quería ser la próxima víctima.
Estaba amaneciendo, ese hombre monstruoso entro
en la habitación, sus ojos reflejaban un sentimiento oscuro de odio y rencor que descargaría en nosotros.
Cerré los ojos muy fuerte deseando vivir solo un
día más, temblaba, estaba aterrada, pero
luego de un rato en silencio, tuve el valor de abrir los ojos y ahí estaba el,
creando un nuevo muñeco que al terminar
colgó a mi lado.
Luego
agarro a otro y empezó a torturarlo lentamente, estaba tan horrorizada que ni me había dado cuenta de que el muñeco
nuevo se estaba despertando, miraba para todos lados sin entender lo que pasaba
(igual que yo cuando desperté) miro hacia la horrible escena de tortura que ocurría
en esa misma sala y luego me miro a mi, el hombre había terminado la tortura y
se retiro de la habitación.
vi que el muñeco nuevo si alcanzaba el mortero y
se lo señale , el patio el palo del mortero unas veces hasta que lo alcanzó. De un salto bajó y al llegar a la mesa me miro y busco algo
con lo que bajarme, pero en ese momento
entró el hombre en la sala, se lo veía aun mas desquiciado que de costumbre, y entonces
me agarro a mí , el miedo me paralizaba,
vi que Sebastián (así lo llamaba yo)se escondía detrás del mortero , vi que el
hombre sostenía una aguja empezó
acercarla a mí de apoco , de ser humana estaría sudando , no quería morir y
solo rezaba por que sea rápido y con el menor dolor , sentí como me
clavaban una aguja en el brazo, el dolor
era insoportable , el anciano se disponía a clavármela de vuelta pero en el
corazón , sin embargo se detuvo como si algo hubiera picado su mano, mire a Sebastián, tenía una aguja clavada en la mano
.Entonces entendí , lo que se hiciera
Sebastián afectaba al hombre. Pero eso
no lo detuvo se deponía a volver a clavarme la aguja, y se volvió a detener,
se agarraba el brazo y se retorcía de dolor, Sebastián se estaba mutilando ni,
me quería imaginar lo que sufría, luego la pierna, el dolor debía ser insoportable,
pero luego el anciano se agarro el pecho y lanzo un grito, se apoyo del fierro donde estaban colgados los demás,
el fierro se rompió y el hombre cayo sin vida al suelo.
Empecé a
ayudar a los demás a bajar. Cundo
salíamos busque a Sebastián, lo encontré inmóvil arrodillado con una aguja
atravesando su pecho. En ese momento entendí que él se sacrifico por todos
nosotros, nos salvo la vida sin ni
siquiera conocernos, le debemos todo.
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