Bienvenidos

Este espacio virtual ha sido creado para ustedes, mis estudiantes del IPEM nº 88 de Capilla del Monte y su objetivo es ampliar las posibilidades de aprender más allá del aula. Los materiales que se publiquen se sumarán a lo visto en la escuela y a los trabajos que ustedes mismos producirán en las clases de Lengua y Literatura. También encontrarán enlaces que pueden ser útiles e interesantes.

lunes, 5 de mayo de 2014

Estudiantes de 3º A tt 2014 que participaron de una clase en "clave de TIC"



Producciones textuales colaborativas logradas a partir de la visualización del corto




El  vudú de Sebastián 

versión de Peccoud, Ortiz, De Villegas, Tabares Nass



A
 principios del siglo pasado existía un brujo africano que vivía en una descuidada choza. Muchos decían que en aquel lugar se realizaban extraños rituales oscuros. Se comentaba que las almas de los fallecidos que no lograban pasar al otro mundo quedaban impregnadas en pequeños muñecos hechos de tela, a los que llamaban “muñecos vudú”
Un penoso y débil sol de noche alumbraban la cabaña más desolada y tétrica de la tribu. Despertando al pequeño muñeco de tela, haciéndolo reaccionar desesperadamente volteando la cabeza de un lado a otro.
-¿Donde me encuentro?- Se preguntaba así mismo en su mente, totalmente confundido miro hacia su izquierda, los hilos que se posaban donde supuestamente se encontraban sus ojos se extendieron de una manera totalmente estupefacta al ver la horrenda escena de sus compañeros siendo torturados y luego asesinados de una manera lenta y dolorosa por un extraño ser de manos delicadas pero mortales con las cuales causaba la muerte a las pequeñas criaturas de tela.
Sebastian podía ver como aquel monstruo asesinaba a sus compañeros, clavando uno a uno los filosos alfileres en distintas partes del cuerpo de los pequeños, hasta que finalmente terminaba su ritual incrustándole una aguja en el centro del pecho, acabando con la vida de ellos y desechandolos hacia un costado.
Mientras veía los abundantes cadáveres que se encontraban debajo de el, una criatura de parecido propio llamo su atención, haciéndole señas con sus “manos”.
Al mirar hacia abajo, noto un mortero que estaba a su alcance, confundido volvió la mirada a su vecino el cual apunto hacia abajo.
Esta vez Sebastian habia comprendido a que se refería. Con su pie derecho movió la roca que conformaba el mortero, y totalmente nervioso callo hacia el suelo. Sin dudarlo se levanto y acto seguido la puerta se abrió alumbrando la habitación de crímenes. Desesperado el pequeño muñeco de tela corrió lo más rápido que pudo detrás del  mortero, esperando que el asesino no haya visto su huida.
Con una respiración agitada observo hacia su izquierda y contemplo el vil acto ante sus ojos; La bestia de manos delicadas tomo al compañero que le había guiado hacia la libertad, con una aguja en la mano penetro el alfiler en el brazo derecho, provocándole dolor agudo.
Sebastian pensó que la vida de su nuevo amigo peligraba, tomo coraje y clavo un alfiler en su muñeca focalizado en que el daño lo recibiría el ser de piel oscura poseedor de ojos rojos.
Este sintió una pequeña molestia en su mano derecha movilizando sus dedos deshaciéndose del dolor. Sin darle mucha importancia prosiguió con la tortura y tomo el segundo alfiler.
El pequeño noto que su acto no había dado resultado. Inhalo una bocanada de aire y por segunda vez clavo otra aguja en su brazo, esta vez sin dudarlo mucho.
El hombre sintió el mismo dolor insoportable que antes, el ardor agudo y ardiente corría por su muñeca hasta su moreno brazo delgado. Ya comenzaba a molestarle, pero aun así no detendría su matanza que tanto amaba.
El muñeco por tercera vez volvió a intentar su acto de valentía y coraje, esta vez clavando una fina y filosa aguja en su pequeña pierna derecha.
Otra vez el malvado ser de piel oscura sintió un intolerante dolor, pero esta vez en su delgada pierna, apoyándose sobre la mesada y agarrando la repisa para no perder el equilibrio. Pero de todas formas, este prosiguió, como si nada malo le hubiera sucedido.
Sebastian ya comenzaba a sentirse nervioso ¿¡Porque la bestia no se detenía!? ¿Qué debía de hacer para que todo acabase? ¿Hay alguna forma de que todo termine de una vez? Sebastian tenía dos opciones: Escaparse y dirigirse a la libertad, donde nadie lo vuelva a torturar pero deberá vivir con la soledad como última compañía por toda la eternidad, o sacrificarse por sus queridos compañeros de tela.
Los nervios, la angustia y la desesperación empezaron a apoderarse de su ser, Sebastian observaba la pobre pequeña criatura a punto de ser asesinada en las manos del alto y delgado monstruo de piel morena y manos delicadas. Esta vez no habría otra opción. A pesar de no tener pulmones, su respiración agitada se notaba debido al movimiento de su estomago, las gruesas y descuidadas telas con las que estaba hecho se expandían cada vez que su jadeo exhalaba. El pequeño muñeco creado con pedazos de bolsas de papas no tenía otra opción. Miro la pierna herida donde se había incrustado un alfiler oxidado. No habría llegado tan lejos, clavándose las extremidades para nada. Sebastian tomo coraje. Todos sus sentimientos negativos, miedos, nervios y ansiedades, se habían transformado en una gran valentía. Quito la aguja que se encontraba en su extremidad y apunto a su corazón. El tiempo se detuvo para el pequeño, cada vez que el hombre acercaba el filoso alfiler que reflejaba la mismísima muerte para el muñeco de tela, Sebastian imitaba hasta los mas mínimos movimientos, todos sus recuerdos de esa vida y la pasada rondaron por el interior de su cabeza. Su respiración normal volvió  y mantuvo la calma. La cruz que poseía un fuerte y oscuro rojo carmesí que se encontraba atada en su corazón fue incrustada debido a la fuerte presión de la puntiaguda y filosa aguja de acero oxidado. Cuando Sebastian dejo de respirar, el hombre de piel oscura apretó con fuerza su pecho. Su corazón no palpitaba, sus luminosos ojos rojos se tornaron de un color blanco y una forzosa respiración de su cuerpo fue exhalada como la ultima de su vida. Desesperado cayo del suelo, como una voluntad de seguir de pie se aferro de la repisa en donde se encontraban colgadas las criaturas Vudú. Lamentablemente para él su acción fue en vano, creando todo lo contrario a lo que él no quería hacer. La descuidada repisa echa de madera húmeda y cubierta de termitas  fue tirada por la fuerza del brazo del ser de manos delicadas, haciendo soltar a todas la criaturas hacia la mesa.
Al ser liberados comenzaron a caminar hacia el héroe que los había rescatado, algunos dirigiéndose a él y otros ayudando a sus compañeros que todavía seguían colgados. Las cortas y redondas piernas de los pequeños eran lentas para caminar, pero hacían todo lo posible para llegar a él. Al ver la angustiante escena quedaron totalmente impactados. El joven Vudú se encontraba sin vida, arrodillando sus cortas piernas en el suelo, cubierto de los oxidados alfileres causantes de su lenta y dolorosa muerte.
Su vida había acabado, la pobre y humilde alma de la criatura ya estaba liberada. Ya no habrían más tristezas y temores a las que debería enfrentarse, ya no debería ver más muertes en directo. Sebastian había muerto, sacrificando su vida por todos los sufridos Vudú de la cabaña.



El vudú de Sebastián

versión de Tagliapietra, Rodríguez Aramayo

Hace mucho tiempo en el año 1978, en un sótano de una casa, había un hombre que utilizaba a muñecos que el mismo diseñaba, para hacerles daño a otras personas que se reían de él por ser como es.
En el sótano se notaba que habitualmente se utilizaba solo para los hechos, estaba todo oscuro solo había una luz que alumbraba la mesada, había ganchos colgados de la pared donde se encontraban los muñecos y todas las herramientas que utilizaba el hombre.
Un día el hombre después de ser discriminado por ser como es, bajo a su sótano para poder vengarse de esas personas y  sacrifico uno de los muñecos.
 En el momento uno de ellos acudió al compañero que estaba al lado para que pudiera finalmente bajarse y poder ayudarlos.
El muñeco pudo bajar utilizando un mortero como soporte para poder descolgarse del gancho, al saltar el corre a ocultarse. El hombre al terminar con el muñeco anterior  tomo a otros de ellos  y al intentar  sacrificarlo el muñeco que había logrado escapar pensó, que él podía hacer lo que el hombre hacia con ellos.
 Al ver que el hombre empezó a dañar a su amigo
Se  apresuro inmediatamente a buscar un alfiler para acabar con el hombre
Al clavarse el primer alfiler nota que funciono, al seguir con el otro alfiler  se lo clavo en el brazo, al ver que al hombre seguía intentando matar a su compañero busco otro alfiler y se lo clavo en la rodilla, mientras el hombre seguía  insistiendo con terminar de matar al muñeco.
Al ver que su compañero no resistía mas estar en esa situación, decidió que ya era  hora de terminar con todo este mal momento. Por un segundo se sintió importante al ver que el podría salvar la vida de todos sus amigos al sacrificarse. Luego de plantear  todos sus pensamientos y lo que pudo llegar a pasar se saco  el alfiler que se había clavado anteriormente del brazo y se lo clavo en el corazón así en la masada rendido se arrodillo y murió.
 Como decía el hombre también se balanceo y por querer apoyarse  a la  madera donde se encontraban los ganchos que sujetaban a los muñecos, los descolgó y callo plasmado al suelo.
  Luego de ayudarse uno al otro para poder salir, fueron a ver a su amigo que dio la vida por todos ellos. Al ver a su amigo allí, solo lo que recordaran será la enseñanza que él les dejo: que ante todo la amistad es primero, por más allá de todas las diferencias y discusiones que tengan siempre va a estar esa persona tan especial que no es un hermano ni un familiar, solo es esa que siempre va a pasar los mejores momentos de tu vida  y peores para sacarte una sonrisa. 



El vudú de Sebastián

versión de Tagliapietra, Rodríguez Aramayo


 M
e llamo Mindy, soy una muñeca vodoo  y esta es la historia de cómo logramos ser libres yo y mis amigos:
Me despierte en un lugar muy oscuro y sombrío. Estoy  colgada en una especie de gancho junto a otros  como yo, no sé qué hacer, observo mí alrededor en busca de algo con lo que descolgarme pero solo veo un cráneo de cocodrilo  medio metro hacia la izquierda y a la derecha  un moreteo al que no alcanzo.
 
    Debajo de mí  hay una mesa   con agujas e instrumentos de tortura. En el suelo hay cadáveres de  los míos con alfileres  clavados en el cuerpo.
   Un hombre entro de repente en el cuarto .llevaba las uñas pintadas, al igual que el torso, tenía  una cara espantosa y una expresión horrible y traumática, no me quería   ni imaginar lo que pensaba  hacer con nosotros. Agarro a un muñeco que estaba colgado al lado mío y con increíble delicadeza clavo los alfileres de forma sádica en el muñeco, luego con cara de satisfacción abandono la habitación.
Me pase toda la noche pensando  que podría ocurrir al día siguiente, tenía demasiado miedo, no quería ser la próxima víctima.
Estaba amaneciendo, ese hombre monstruoso entro en la habitación, sus ojos reflejaban un sentimiento oscuro  de odio y rencor que descargaría en nosotros.
 Cerré  los ojos muy fuerte deseando vivir solo un día más, temblaba, estaba  aterrada, pero luego de un rato en silencio, tuve el valor de abrir los ojos y ahí estaba el, creando  un nuevo muñeco que al terminar colgó a mi lado.
  Luego agarro a otro  y empezó a torturarlo  lentamente, estaba tan horrorizada  que ni me había dado cuenta de que el muñeco nuevo se estaba despertando, miraba para todos lados sin entender lo que pasaba (igual que yo cuando desperté) miro hacia la horrible escena de tortura que ocurría en esa misma sala y luego me miro a mi, el hombre había terminado la tortura y se retiro de la habitación.
vi que el muñeco nuevo si alcanzaba el mortero y se lo señale , el patio el palo del mortero unas veces  hasta que lo alcanzó. De un salto bajó  y al llegar a la mesa me miro y busco algo con lo que bajarme, pero en  ese momento entró el hombre en la sala, se lo veía aun mas desquiciado que de costumbre, y entonces me agarro a mí ,  el miedo me paralizaba, vi que Sebastián (así lo llamaba yo)se escondía detrás del mortero , vi que el hombre sostenía   una aguja empezó acercarla a mí de apoco , de ser humana estaría sudando , no quería morir y solo rezaba por que sea rápido y con el menor dolor , sentí como me clavaban  una aguja en el brazo, el dolor era insoportable , el anciano se disponía a clavármela de vuelta pero en el corazón , sin embargo se detuvo como si algo hubiera   picado su mano, mire a Sebastián,  tenía una aguja clavada en la mano .Entonces  entendí , lo que se hiciera Sebastián afectaba al  hombre. Pero eso no lo detuvo  se deponía a volver  a clavarme la aguja, y se volvió a detener, se agarraba el brazo y se retorcía de dolor, Sebastián se estaba mutilando ni, me quería imaginar lo que sufría, luego la pierna, el dolor debía ser insoportable, pero luego el anciano se agarro el pecho y lanzo un grito, se apoyo  del fierro donde estaban colgados los demás, el fierro se rompió y el hombre cayo sin vida al suelo.
Empecé  a ayudar a  los demás a bajar. Cundo salíamos busque a Sebastián, lo encontré inmóvil arrodillado con una aguja atravesando su pecho. En ese momento entendí que él se sacrifico por todos nosotros, nos salvo  la vida sin ni siquiera  conocernos, le debemos todo.








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